Vivimos en una época difícil en lo que se refiere a un espacio-tiempo
para las interracciones humanas.
Las relaciones entre padres e hij@s, además de estar atravesadas por las
idas y venidas en la comunicación propias del vínculo en sí, quedan
también sujetas al obstáculo extra que generan las fuertes presiones
socio culturales y económicas del entorno, que instaladas en lo cotidiano, determinan en
muchos casos, y sin que nos demos cuenta, una tendencia a desimplicarnos de
nuestro campo de intereses personales, incluso de las personas más próximas y
queridas.
Nuestros adolescentes también se ven, elíjanlo o no, lanzados a
convivir con un medio que por un lado los abre a una globalidad de
posibilidades, a la vez que los expone a una serie de situaciones y estímulos
frente a los cuales, por su maduración aún en proceso, no siempre pueden
reaccionar de manera suficientemente autoprotectora.
De ahí la necesidad de abrir espacios a la reflexión dentro de cada un@,
en los cuales intentar pensar nuestro rol como madres y padres de adolescentes
que tienen que vivir inmersos en la realidad que les toca para que esta
realidad no sea vista por nosotros mismos como algo que solo nos sucede, frente
a lo cual no se puede hacer más que padecerlo y permitir que afecte nuestra
vida y nuestros vínculos...
Los padres y las madres, seres humanos al fin, también pasamos por distintas crisis vitales y
situacionales, y necesitamos, en las distintas etapas evolutivas de nuestros
hij@s, transitar por replanteos y aperturas en nuestra manera de pensar para
ayudarlos a crecer mejor a ell@s y para que esa etapa capital de la
metamorfosis de niño en adulto, como lo es la adolescencia, transcurra de la
manera más acompañada y sostenida posible.
Un grupo de reflexión es un espacio de encuentro y pensamiento entre
personas. En el caso del que estamos hablando, entre madres y padres que
atraviesan por la etapa de adolescencia de sus hijos.
El solo hecho de compartir experiencias, situaciones y dificultades experimentadas en este camino, y descubrir al escucharlas que son muy similares a las que les ocurren a los demás, ayudarse mutuamente a entenderlas, pensar juntos alternativas posibles, es sumamente aliviante de por sí, y potenciador de recursos para una mejor convivencia familiar en una etapa que tanto pone a prueba los vínculos.
Como herramienta en sí, es aplicable a distintas problemáticas humanas, siendo particularmente útil en aquellos temas en los que existe un punto de entrecruzamiento marcado entre lo personal y lo social, como lo es, en la época actual, el campo referido a la interacción adolescente-padres-sociedad.
El solo hecho de compartir experiencias, situaciones y dificultades experimentadas en este camino, y descubrir al escucharlas que son muy similares a las que les ocurren a los demás, ayudarse mutuamente a entenderlas, pensar juntos alternativas posibles, es sumamente aliviante de por sí, y potenciador de recursos para una mejor convivencia familiar en una etapa que tanto pone a prueba los vínculos.
Como herramienta en sí, es aplicable a distintas problemáticas humanas, siendo particularmente útil en aquellos temas en los que existe un punto de entrecruzamiento marcado entre lo personal y lo social, como lo es, en la época actual, el campo referido a la interacción adolescente-padres-sociedad.
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