lunes, 14 de julio de 2014

NO ESTGMATICEMOS EL PROCESO ADOLESCENTE NI A LOS JOVENES QUE LO ESTAN VIVIENDO


En lo que se refiere a autores  que hablan, trabajan y escriben sobre adolescencia desde el psicoanálisis, hemos citado a varios a los que podríamos llamar “los clásicos” a lo largo del desarrollo de estas páginas.
Autores como F. Dolto, D. Winnicott, E. Erikson, el mismo Freud, cuando habla de las metamorfosis de la pubertad en tres ensayos de teoría sexual, son aquellos a quienes les debemos el haber llegado a conocer la adolescencia tal como se la considera en la actualidad, un período específico del crecimiento humano, cuyas características propias se ocuparon de estudiar y transmitirnos, y son los fundamentos teóricos que nos guían en la comprensión de esta etapa.
Sin embargo, cierto es que estos basamentos que sirven para entender el devenir  y la psiquis adolescente, requieren que los sigamos pensando y aclimatando a las realidades que marca la actualidad de época, aquella a la que solemos aludir en esta página, en el blog  y en los talleres, como el HOY, así, con mayúsculas, ya que la idea de niñez y de adolescencia varía en los diferentes tiempos y espacios sociales y la producción de subjetividad es distinta en cada momento y en cada contexto.
 En esta ocasión voy a privilegiar dos emergentes entre los múltiples aspectos que podríamos considerar de este HOY.
Uno de ellos es cierto fenómeno que se observa  en  los adolescentes actuales de una preeminencia de la acción por encima de la formación de síntomas pasibles de  causar angustia y por ende una pregunta o un comienzo de búsqueda de resolución de la misma.
 Esto implica que en contrapartida con el  consejo que suele dárseles: “ pensá antes de actuar”, todo el proceso de estructuración psíquica que en esencia se encuentra atravesando un adolescente,lo lleva  más allá de las pregnancias de época ,desde todos los ángulos que hacen a su interior ( emocional, intelectual, pulsional)  a actuar primero y en todo caso, reflexionar después.
Podríamos decir que este proceso se encuentra sobreacentuado y potenciado  por una cultura que privilegia lo efímero, la importancia de satisfacer YA, en lo posible sin espera ni mediatización alguna.
Se trata de un aspecto importante, ya que acarrea en ocasiones, situaciones de potencial dificultad y riesgo  para los adolescentes mismos y también para sus padres quienes se ven inmersos en la inmensa tarea de buscar la manera de ayudar a su adolescente a transformar en pensamiento, reflexión, y pregunta, aquello que solo tiende a ser actuado.
En este sentido, los padres y las madres se ven convocados al que probablemente sea el momento de más difícil trabajo en el ejercicio de su función, desafiados a llevar adelante su tarea de acompañar a crecer en un tiempo histórico-social en el que la función parental se enfrenta a múltiples obstáculos, no tanto o no solamente por las historias personales, sino que fundamentalmente, por el fogoneo social constante que aturde y desorienta tanto a hijos como a padres.
Por tales razones sería necesario llegar a considerar que en esa franja que existe entre la frase que suele oirse entre los adultos cuando se focaliza en la supuesta pasividad y facilismo adolescente:  “¡No se hace cargo de nada!” Y   otra situada en el extremo opuesto: “Es chico aún, no es responsable” haría falta buscar el punto de equilibrio para no caer en maniqueísmos ni rotulaciones.
Acompañár, palabra clave en lo que se refiere al rol de los padres en esta etapa, a que su joven hija/o pueda implicarse en sus actos, encontrándole sus  significaciones, nombrándolas para sí mismo, y midiendo las consecuencias.
El otro aspecto que me interesaba considerar con ustedes es cierta tendencia a ver como signos de patología o enfermedad psíquica,  con la concomitante posibilidad de medicalización que este enfoque conlleva, situaciones adolescentes que las más de las veces tienen que ver con la conflictividad propia del período y un devenir al que habría que dar tiempo que ocurra.
En este sentido, nos cabe a los profesionales del área de la salud que trabajamos con adolescentes, una reflexión de similares características a la que señalábamos más arriba en referencia a los padres: acerca de la importancia de llevar adelante a través del trabajo terapeútico la tarea de escuchar, y acompañar a abrir preguntas que ayuden a los adolescentes a implicarse con su responsabilidad y protagonismo frente a sus propias vidas dando el tiempo y la contención necesarias para que ese proceso encuentre el ambiente favorable que le permita llevarse a cabo.
A consecuencia de estas y otras observaciones, el Forum Infancias ( Bs As) dio a conocer en el año 2011, en el contexto de una campaña internacional, el texto de lo que llamaron el “Manifiesto por un abordaje subjetivante del sufrimiento psíquico”, el cual fue firmado, recibió y recibe aún hoy una gran cantidad de adhesiones de instituciones y profesionales del área de la salud de la República Argentina y el mundo, y el cual vale la pena leer.
Expresan allí que es necesario tomar posición respecto de un aspecto clave del derecho a la salud, en particular en el campo de la salud mental, en la que se observa una tendencia creciente a la patologización y medicalización de la sociedad, en especial de niños y adolescentes (práctica que es muy diferente a la de medicar criteriosamente cuando resulta imprescindible).
Varios autores psicoanalíticos contemporáneos advierten sobre esta tendencia, entre ellos, por mencionar  a alguien que se ha ocupado en los últimos tiempos del tema, Gabriela Insúa en su libro “No patologizar la adolescencia” ( Letra Viva, 2012) hace  lo que ella llama “ un pedido o tal vez un llamado, un grito, a una cultura y su época que desde los distintos escenarios y actores que la conforman nombra con premura y con una irresponsabilidad desconcertante, como patológicos, como diagnosticables, los modos de transcurrir adolescentes, sepultando así lo que de producción subjetiva poseen.”
Llegado este punto, vale la pena aclarar que este blog y esta página, adhieren a una mirada que intenta ser comprensiva y no estigmatizante del proceso adolescente, sin etiquetas simplificantes ni reduccionismos, ya que consideramos que un adolescente es alguien que se encuentra librando un complejo y arduo combate consigo mismo y con sus propios impulsos, y necesita ser ayudado en esa tarea, tanto por sus padres, por su entorno de adultos significativos, como por los profesionales que eventualmente le brindasen asistencia terapeútica si la llegase a requerir.
 Para terminar: ¡es cierto!¡ Es muy incómoda la etapa adolescente!
 Para todos aquellos que se ven involucrados en ella. Los adolescentes en mutación que la atraviesan, sus desorientados padres y madres, los profesionales intervinientes; hamacándose juntos en ese borde tan difícil e inquietante de sostener que en ocasiones elige transitar el adolescente.
Pero ¡ánimo! Como decía uno de los grandes iluminadores del acontecer adolescente, D. W. Winnicott: “Todos preguntan cuál es la solución. Personas importantes proponen varias respuestas alternativas, pero lo cierto es que no hay solución alguna, salvo que cada adolescente de uno u otro sexo crezca y madure con el tiempo hasta hacerse adulto”.

Bibliografía
-          El adolescente cautivo- Rubén D. Gualtero y Asunción soriano- ed Gedisa- 2013
-          No patologizar la adolescencia. Gabriel Insúa- ed Letra Viva- 2012
-          Reportaje de la revista imago agenda a Gabriela Insúa - Junio 2014
-          Winnicott D. W. La adolescencia- 1960
-          Manifiesto por un abordaje subjetivante del sufrimiento psíquico en niños y adolescentes- Forum Infancias- Junio 2011








2 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Gracias por leerlo Marcela. En parte, este texto se inspiró a partir de alguna conversación que hemos tenido. Un beso grande!

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