Por Mónica I. Rodríguez
El lunes por la
tarde, participé como colaboradora de un taller para padres en una escuela de CABA.
Un taller de reflexión suele ser un espacio en el cual los conceptos
se trabajan desgranándolos, casi como si
se los ” amasara”, hasta que llegan al
punto de encuentro con las realidades más concretas que se pretenden tratar
allí.
Así sucedió también en este taller, del cual me interesaría
comentarles, el trabajo que se llevó a cabo con el por todos conocido y
sinnúmero de veces redefinido, concepto de familia.
En uno de los momentos del desarrollo de su exposición, la
coordinadora (1) pregunta a los padres y madres allí presentes: ¿Para ustedes,
qué es una familia?
Una de las participantes suelta:- ¡Un conjunto de seres que
se aman!- . Lo dice entre risas, quizá consciente de la simplificación
implícita en su expresión (todos lo sabemos: los seres que se aman también
discuten y tienen diferencias…)
Afecto, contención sueltan otros, y demás términos por el
estilo: Hasta que quien coordina nuevamente toma la palabra y dice: una familia
es una red de vínculos, un entramado; y menciona también que los miembros que
forman parte de esa familia- entramado son sostenidos por- se sostienen en esa
red. Grafica su explicación con un dibujito en el pizarrón que era más
o menos así:
.
Esta definición si se quiere simple, clara, directa, me
despertó un grado de curiosidad suficiente como para seguir pensando en y a
partir de ella.
Sus fundamentos teóricos pueden remitirse, entre otros
conceptos, al de trama vincular humana de E. Pichon- Riviere, para quien el
vínculo es una estructura compleja, multidimensional y absolutamente
imprescindible, que permite que se constituya y sostenga nuestro proceso de
subjetivación humana a lo largo de toda nuestra vida.
Creo que pensar a una familia como un entramado en el cual
los miembros se sostienen entre sí a través de funciones diversas, abre a un
enorme potencial de movilidad, ya que desde esta idea, una familia nunca sería
algo que “ ya está”, sino que tal como cuando se realiza un tejido, primero se
ponen los puntos, para luego empezar a entretejer la trama, y muchas veces se
deshace parte de lo hecho para volver a hacerlo
y que quede mejor…
Para el diccionario, un entramado, es un conjunto de cosas
materiales o inmateriales unidas o relacionadas entre sí. Puede ser un armazón
de hierro o madera que sirve para sostener una obra de albañilería, un conjunto
de ideas, sentimientos u opiniones que se entrecruzan en un texto, o como
decíamos recién un determinado tejido de hilo, lana o algún otro material.
Una red visible que alude a esa otra red, invisible, o quizá
no tangible, la de los vínculos humanos, que es la que aquí nos interesa.
El interés de resaltar el hecho de que sostenemos nuestra
humanidad en/con/dentro de alguna TRAMA.
Tramas puede haber muchas. Así como hoy por hoy existen
distintos modelos de familia, (biparental, monoparental ,reconstituida o
ensamblada, homoparental… ) que conforman lo que suele llamarse la red
familiar, existen otros entramados muy importantes, como lo son las relaciones
de amistad por ejemplo, que en muchas ocasiones y momentos hacen las veces de
familia en nuestras vidas.
A su vez, la sociedad en la que estamos insertos conforma
esa red como decíamos no tanto invisible pero sí intangible, en la que/de la
que con mejores o menores recursos internos y externos intentamos sostenernos.
Un contexto que aporta o no lo suyo, ya sea que nos ofrezca
“sogas” más frágiles o consistentes con las cuales entretejer.
En este sentido, cabría tal vez preguntarnos hacia que
tiende respecto del armado de entramados nuestro contexto actual: ¿a la ligazón
o a la desligazón de los espacios
vinculares y colectivos?
Ya que, según sea la respuesta que nos demos, podría desembocar
o no en una siguiente reflexión: acerca de si convendría que desde nuestro
lugar individual, contribuyamos de la manera que a nuestra creatividad se le
ocurra, a todo aquello que tienda a recomponer y reforzar lo que ayuda a que se
arme red-trama-vínculo en nuestra vida.
Es en gran medida este propósito el que anima y otorga sentido a esta propuesta de talleres de reflexión;un objetivo primordial, detras del cual se despliegan todas las posibles mixturas que al experto/a puedan ocurrirsele; en nuestro caso, trabajar juntos para entender más y mejor el complejo vínculo con nuestros hijos/as adolescentes.
Y hacerlo a través de una red en la cual- de la cual sostenernos para no caer en
estados de retracción solitaria y aislamiento, como así también una red humana,
colectiva, SOBRE la cual caer ( en la mejor acepción que pueda ofrecer la
palabra) cuando hace falta pensar, recuperarse y rearmar nuestra TRAMA.
Para
nosotros y para los otros.
(1) La licenciada en psicología Claudia Abalos, coordinadora
del taller, es autora del libro “ El taller, un dispositivo para el encuentro y
la reflexión” de editorial La crujía, en el cual desarrolla ampliamente, entre otros, el concepto de redes y trama vincular..